viernes, 3 de octubre de 2008

Handmades para bebés


Todas las tardes de invierno mi abuela y también mi madre, pasaban horas sentadas al calor del brasero. En torno a una mesa camilla con faldas de grueso terciopelo verde, tejían chaquetitas de bebé, cosían calcetines y hacían ganchillo... siempre con una labor empezada, y a veces dos. Tal era la velocidad del hilo corriendo por sus manos que,por más que observaras aténtamente, nunca lograbas desentrañar el jeroglífico de las labores de punto. Un día, ya de bien mayor, despertó en mi ese interés por el tricot. sólo por el tricot, porque para los bordados, hace falta, para un solo pétalo, más paciencia de la que pudiera almacenar en mí a lo largo de, por lo menos, tres vidas. Así, mi madre bien paciente me adoctrinó en la práctica y teoría de este arte: pasa la hebra por aquí, una lanzada por allá y vuelta a empezar. -Mamá he perdido un punto. Y mi madre, paciente, lo recuperaba una y otra vez. Por fin aprendí a hacer yo solita patucos y chaquetitas. Aquí va una. La hice para el bebé de Cristina.

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